La ciencia debe de ser libre para que, a través de la crítica analítica y del arte, estimule nuestra curiosidad. Sin ella, dejamos de preguntar, damos certeza a todo lo que vemos y escuchamos. Nos aferramos a la idea de “verdades absolutas”. Al no saber discutir, o peor, evitarla, perdemos la oportunidad para identificarnos. Sin identidad, no se logra autenticidad en nada de lo que hacemos. Sin autenticidad, estamos vacíos. Inventamos perfiles de lo que aspiramos Ser, de cómo queremos que nos vean. Sin un reconocimiento externo, nos sentimos solos, y frustrados. Sumidos en el miedo de la soledad y frustración, destruimos, porque es más sencillo que comprender y crear. Ya no generamos una crítica analítica, engendramos una crítica que destruya, que señale al Otro; para no ser percibidos, y se nos juzgue con la misma rigidez; o debería decir frigidez. Censuramos porque no queremos ser expulsados de la simulación en la que estamos sumidos con preguntas que no sabemos cómo contestar. Cuando nos cerramos a la deliberación —interna y externa—, miramos todo lo que nos circunda tal cual se presenta ante nosotros. En cambio, cuando abrimos nuestra mente, cuestionamos, miramos de otro modo. Es, al fin y al cabo, asumir la responsabilidad de nuestra decisión de cómo deseamos ver al mundo durante nuestra breve visita.
salvaje.live
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